El tiempo es una imagen móvil de la eternidad

lunes, 3 de enero de 2011

El tiempo de los regalos

Querido Mundo,

   
     Estamos inmersos en lo que se llama " el tiempo de los regalos", un tiempo que está pensado por y para los niños sin que estos participen realmente, sólo se les pide que escriban una larga carta donde enumeren todo aquello que les gustaría que les trajeran los magos de Oriente y esperamos que cumpliendo, en lo que se pueda, esas líneas sean un poco más felices. No entendemos nada, quizás nunca lo hemos entendido y sin embargo, parece que mantenemos estas prácticas por tradición, una tradición que ha sido desvirtuada hasta llegar a convertirse en la sombra de lo que se puede entender como la felicidad de un niño.

     Eliminamos fantasía e imaginación en favor de un mayor número de objetos, cambiamos tiempo por dinero y lo empaquetamos todo con alegres papeles de regalo que esconden nuestras miserias, buscamos que una sonrisa pague nuestros gastos, pero cada año descubrimos con tristeza que esa sonrisa tarde un poco más en aparecer y cuando lo hace es un poco menos sincera, menos creíble, menos real... vivimos con unas sensaciones que queremos que sean nuestras pero que no son de nadie y sin darnos cuenta los pequeños crecen y no han aprendido nada, sólo se quedan con los regalos apenas usados y el recuerdo de romper papel de colores que lo envolvía. Queremos que sientan que vivan y aprecien estos días de magia, pero ni siquiera nosotros creemos ya en ella. Nos gustaría que para ellos los reyes magos sean lo que un día no muy lejano fueron para nosotros aunque los arrastramos a los centros comerciales y hablamos sin tapujos delante de ellos de las ofertas en juguetes en una u otra tienda. Nos equivocamos al pensar que la fantasía tiene precio, que la imaginación se puede comprar o que la felicidad de un niño se mide por el número de regalos que reciba.

     Nuestros pequeños crecen y no volverán a ser niños. Lo que hoy sientan les acompañará toda su vida y así lo transmitirán. Es cierto, Mundo, que todo ha cambiado y que si nosotros que hemos vivido la magia de estos días como protagonistas de un cuento fantástico hemos llegado a mercantilizar de esto modo el espacio de los pequeños, dime, qué no harán ellos el día de mañana, qué se inventarán para tener un motivo que les haga sonreír. A lo mejor nos preguntarán por qué cuando eran pequeños todo dejó de ser bonito, por qué siempre estábamos demasiado cansados para jugar con ellos en su mundo imaginario, cuándo el dinero sustituyó todo lo importante. Y sabes qué, Mundo, que sinceramente pienso que nosotros somos hoy en día esos niños y que tenemos las mismas preguntas pero nos da miedo formularlas, y preferimos dejar que las cosas sigan su curso y que otros hagan por nosotros lo que nosotros mismos no somos capaces de hacer.

     Como ves, Mundo, seguimos en Babia y desde aquí todo se ve distinto, pero no por ello debemos dejar de intentar cambiar las cosas. No nos abandones,  lograremos volver algún día. 

     Un saludo desde Babia.

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